sábado, 17 de septiembre de 2011

¿Has escuchado alguna vez a una guitarra llorar?

Una nota aguda, limpia, tan triste que desgarra el silencio.
Como un grito en mitad de la noche. Es el dolor que siente mi corazón.

Sólo, roto, perdido en un rincón.

No quedan ya más lágrimas que derramar.

domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Quién dice que las hojas de los árboles son verdes?.

Se levantó una mañana y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro: un pequeño almendro había florecido, diminutas pinceladas blancas sobre hojas moradas, había entrado la primavera.

Se acostó una noche, la luna llena brillaba en lo alto aunque en el horizonte todavía podías ver el sol desvaneciéndose. Era verano, cuando las hogueras arden junto al mar y los demonios salen a pasear.

Se levanto temprano, una lluvia fina golpeaba los cristales, las hojas caidas se amontonaban en la acera como la nostalgia dentro su alma. El dolor creciente dió paso a la angustia como el otoño al invierno, como la nieve blanqueó las calles, como las lágrimas llenaron sus tristes ojos.

El fuego danzando en la chimenea, las sombras reinan durante la noche, el almendro ya no está. ¿qué alma cruel se lo pudo arrebatar?

Gritos que se abren paso a través de la garganta como una lluvia fina cuajada de cristales rotos. Las lágrimas apenas sirven ya, llorar sin llorar, es el dolor más intenso que hayas sentido jamás. Una inmensa sensación de soledad invade su cuerpo cada mañana. El deseo diluido en grandes dosis de angustia. Las esperanzas se han desvanecido ya. El invierno ha invadido su alma y el almendro ya no está.